DEPRESIÓN⁉️
Os quería hablar de la depresión, del concepto que tenemos de él y de cómo la invisibilidad y la desinformación sobre esta enfermedad es cada vez más latente.
La depresión es un trastorno mental caracterizado fundamentalmente por un bajo estado anímico y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento.
Hasta aquí, todos conocemos que es la depresión, creemos saber verla, por los medios de comunicación, por un familiar cercano, por tu propia experiencia personal…
¿Pero que es la depresión sonriente?
Hace poco el familiar de un paciente me dijo: “ siempre esta sonriendo, es divertida, canta, sale a cenar con nosotros…. Sin duda no tiene depresión”
Este es uno de los errores más habituales, en esta enfermedad tan común que afecta a más de 3 millones de personas, asociar la depresión a un estereotipo de persona triste.
La DEPRESIÓN SONRIENTE existe. Cuando vemos una cara sonriente nos tranquilizamos. Pensamos que todo está bien. Suponemos que esa persona es feliz o que al menos, no tiene grandes problemas. Sin embargo, a veces la sonrisa tiene un rictus amargo. Una conducta aparentemente alegre y enérgica puede ser profundamente engañosa.
Muchas personas deprimidas sacan fuerzas para sonreír e incluso hacer reír a los demás. Siguen una rutina envuelta en un halo de normalidad. Tranquilizan a familiares y amigos con un “estoy bien”
Cuando esas personas reconocen que tiene un problema, la depresión ya ha echado raíces y se ha convertido en un problema difícil de gestionar y aún más complicado de erradicar. Las personas con depresión sonriente no suelen expresar abiertamente sus sentimientos y pensamientos negativos más íntimos, esos pensamientos negativos se retroalimentación creando un bucle tóxico que empuja a las personas a una depresión aún más profunda.
La depresión es una camino espinoso, y nadie debería de recorrerlo solo.
El sentimiento de lucha a contracorriente, desear cambiar las cosas o simplemente
Negarse a admitir que las cosas a cambiado y estamos aferrándonos a una situación pasada.
Las cosas cambian, la vida cambia, las personas cambian y evolucionan como era en muchos momentos nos encontramos estancados…. En el dolor, en los recuerdos, en lo que pudo ser.
Debemos evolucionar y cambiar en función de nuestros aprendizajes, de nuestras vivencias, de los cambios que vamos viviendo, ese CAMBIAR, lleva un proceso de acotación y compromiso con uno mismo.
La terapia Gestalt es un modelo de terapia que se centra en el desarrollo personal y en la recuperación de la capacidad de vivir el presente, la espontaneidad y la responsabilidad. Concibe al ser humano como a una entidad completa formada por cuerpo, mente y alma que puede alcanzar el bienestar trabajando por la integridad y el equilibrio de esas tres partes.
En cuanto al foco de la terapia, esta se centra más en los procesos que en el contenido en sí, dándole importancia a lo que sucede en la actualidad y no a los momentos del pasado. El psicólogo o psicóloga encamina a la persona a darse cuenta de cómo impacta y es impactada por su entorno, haciéndola consciente de su manera de hacer las cosas y ayudándola a ver otra manera más útil de llevarlas a cabo.
Por ello este tipo de terapia humanista se basa en dos modos de trabajo:
Aumentar la consciencia de uno/a mismo/a para hacerle responsable y dueño/a de sus pensamientos, actos y conductas.
Cerrar situaciones del pasado que a día de hoy todavía repercuten en su bienestar.
El objetivo es permitir a la persona conocerse mejor y recuperar la creatividad perdida, devolviéndole la capacidad de elegir la forma de afrontar la vida.
La terapia Gestalt permite conocer los patrones relacionales, pensamientos y comportamientos que bloquean la conciencia presente y lleva a situaciones de infelicidad. Por ello es utilizada para tratar problemas como la ansiedad, depresión, autoestima, dificultades para relacionarse, pérdida de control… Y para los efectos físicos que estos problemas generan como trastornos del sueño o digestivos, dolor de espalda o de cabeza…
El psicólogo o psicóloga realiza un acompañamiento al paciente para ayudarle a llevar a cabo un proceso de autodescubrimiento y crecimiento personal que le permita encontrar un camino dentro de sí mismo/a o en relación al entorno. Esta transformación consta de cuatro fases:
Aceptación: se toma conciencia de lo que se está viviendo en el presente (rabia, alegría…) y se acepta. El sentido de esto es que todos los sentimientos que se guardan acaban produciendo malestar y manifestándose de manera psicosomática.
Responsabilidad: una vez que la persona acepta sus sentimientos, se hace responsable de ellos. De lo que siente y vive, sin culpabilizar a los demás de lo que le ocurre. Cuando se consigue esto, la persona es capaz de cambiar y tomar las riendas de su vida, potenciando los recursos con los que cuenta para afrontar las dificultades y situaciones.
Diálogo: en la terapia Gestalt el o la terapeuta acompaña el camino del paciente. Una experiencia donde se co-crea un campo relacional y emocional.
Acción: la persona desarrolla e interioriza nuevas técnicas para gestionar diferentes situaciones que le crean malestar.
Durante la terapia el objetivo fundamental no es tanto hablar sobre los problemas o traumas que marcaron a la persona en el pasado, sino que se tratan los problemas y dificultades que tiene hoy en día. De esta forma se le permite identificar su responsabilidad en ellos, asumiendo los sentimientos que le generan y poniendo en práctica, con ayuda del o de la terapeuta, las habilidades necesarias para superar cada situación.
Al tratarse de una terapia de crecimiento personal, está indicada para cualquier tipo de persona independientemente de su edad. Lo único que se requiere es que sea capaz de describir lo que siente y necesita ya que el o la profesional adaptará las sesiones según se trate de un niño/a, adolescente, adulto…
Para llevar a cabo sesiones de terapia Gestalt se requiere una especialización por parte del terapeuta que le permita manejar de forma correcta las técnicas que se utilizan.
HERIDAS DE TU INFANCIA⁉️
1.- HERIDA DEL RECHAZO
En mi infancia:
No me aceptaron tal como era
¿Cómo me protejo de adulto?
Huyendo. Cuando alguien o algo me hace sentir así, me escondo, me aíslo, no quiero ver a nadie, incluso la gente que me quiere. Siento que todo el mundo me rechaza, que no pertenezco.
2.- HERIDA DEL ABANDONO
En mi infancia:
Tuve padres ausentes emocionales o físicamente
¿Cómo me protejo de adulto?
Haciendo todo lo posible para que el otro no se vaya de mi lado. Atraigo problemas para llamar la atención de los demás. Prefiero aguantar en relaciones difíciles que ponerles fin.
Me da mucho miedo quedarme solo.
3.- HERIDA DE HUMILLACIÓN
En mi infancia:
Me ridiculizaron y se avergonzaron de mí.
¿Cómo me protejo de adulto?
Anulando mis necesidades y centrándome en las de los demás. La culpa y la vergüenza que arrastro me impiden aceptarme y cuidarme. Por eso, me resulta más fácil ocuparme de los demás que de mí.
4.- HERIDA DE TRAICIÓN
En mi infancia:
No cumplieron lo que me prometieron
¿Cómo me protejo de adulto?
Estando en hipervigilancia constante. Tengo que controlar lo que ocurre a mi alrededor para anteponerme al peligro y así evitar sorpresas. Soy muy exigente en mis relaciones porque me da miedo que me mientan.
5.- HERIDA DE INJUSTICIA
En mi infancia
Fueron fríos y autoritarios.
¿Cómo me protejo de adulto?
Escondiendo lo que siento. Soy muy sensible pero no lo demuestro.
Me exijo mucho a mi mismo porque creo que se me aprecia por lo que hago y no por lo que soy. Me cuesta comprometerme por miedo a equivocarme.
Identifica tu herida en la infancia y comencemos….
❗️Es momento de sanar❗️
TDAH❗
«Este niño me agota», «Es que no para», «¿Es que nunca se te acaban las pilas?».
Hay niñ@s revoltosos, nerviosos y movidos, pero a veces detrás de un niño que no para se esconde un problema que preocupa a muchos padres y que nada tiene que ver con el clásico niño travieso.
Es el caso de los niños que padecen el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH).
Signos de alarma de 6 a 12 años:
- Atención y concentración:
·Dificultad para establecer un orden en sus tareas o pequeñas responsabilidades en casa.
· Le cuesta ponerse en marcha (vestirse, hacer los deberes…) porque se distrae fácilmente con cualquier estímulo.
· Presenta problemas para mantener la atención hasta finalizar sus tareas.
· Pierde u olvida cosas necesarias (agenda, abrigo, bufanda, cartera, deberes…).
·Parece no escuchar cuando se le habla.
·Olvida realizar sus tareas cotidianas (cepillarse los dientes, recoger la ropa…).
- Hiperactividad:
· A menudo mueven los pies y las manos o se levantan de la silla.
· Van de un lugar a otro sin motivo aparente.
·Se balancean sobre la silla.
·Juguetean frecuentemente con pequeños objetos entre las manos.
·A menudo canturrean o hacen ruidos inapropiados con la boca.
·Hablan en exceso.
·Durante el juego les cuesta esperar su turno y jugar de forma tranquila.
- Impulsividad:
·A menudo actúan sin pensar.
·Habla en momentos poco oportunos o responde precipitadamente a preguntas que incluso no se han terminado de formular.
·Le cuesta obedecer las órdenes, no porque no quiera, sino porque no está atento cuando se le formulan.
·Interrumpe a menudo durante juegos o explicaciones.
·Suele ser poco precavido y olvida planificar (por ejemplo, se pone a hacer los deberes sin el material).
Se define a los niños y adolescentes con altas capacidades o superdotados, como aquellos que muestran una elevada capacidad de rendimiento en las áreas intelectual, creativa y/o artística; poseen una desusada capacidad de liderazgo o sobresalen en áreas académicas específicas.
Al igual que otras características excepcionales, la superdotación plantea importantes exigencias sobre los recursos familiares y comunitarios.
Conlleva riesgos de estrés psicosocial, aislamiento e incumplimiento de posibles logros, pues requieren servicios y actividades que comúnmente no brindan nuestras escuelas. Sin embargo, difieren de otras, en el pronóstico de las consecuencias para su vida y de las familias, que por supuesto es mejor.
La alta capacidad intelectual se puede expresar como :
— Superdotación: capacidad intelectual global por encima del percentil 75 (P75) en todos los ámbitos de la inteligencia. — Talento: alta puntuación (P90) en una o varias aptitudes intelectuales, pero no en todas.
— Genio: alta capacidad intelectual (superdotado o talento) con alta creatividad y productividad.
EL CAMUFLAJE SOCIAL EN LA MUJER TEA❓❗
Una de las mujeres que acudían a terapia conmigo me dijo una vez:
"Ser mujer TEA, supone que cada vez te vuelves menos una persona con dicha condición, ya que no dejas de aprender a cómo comportarte. Constantemente tengo que actuar en esta obra de teatro"
El camuflaje social se entiende como proceso de tratar de imitar comportamientos considerados socialmente aceptados en grupos como de amigos en la escuela, en el trabajo e incluso en las relaciones familiares.
Dicho proceso al no ser tan natural acaban gastando más energía cerebral y la persona puede agotarse, tanto física como emocionalmente.
Un análisis publicado en la revista Neuroscience and Biobehavioral Review, muestra que el cerebro femenino está sutilmente más desarrollado en áreas que corresponden a comportamientos sociales. Esto hace que las acciones más estereotipadas no sean tan frecuentes en mujeres con el espectro.
Por otro lado, el miedo a cometer "errores sociales" suele ser mayor y los temas o focos de interés de las chicas tiende a centrarse en intereses que no son tan diferentes a los que presentan sus compañeros de la misma edad.
Todo esto, sumado a que la propia sociedad ya determina muchas reglas para las niñas, y esta exigencia hace que empiecen a camuflarse antes.
ATENCIÓN TEMPRANA
Se entiende por Atención Temprana el conjunto de intervenciones dirigidas a la población infantil de 0-6 años, a la familia, al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos” (libro blanco de atención temprana, Madrid 2000).
Desde el punto de vista educativo, este periodo se ordena en dos ciclos educativos. El primero comprende hasta los tres años, y el segundo, desde los tres a los seis años de edad.
Existen algunos signos de alarma a los que los padres deben prestar especial atención porque podrían indicar un retraso en el desarrollo infantil, según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria:
Si durante el primer mes el bebé no responde adecuadamente ante los estímulos, prácticamente no llora o su llanto es muy agudo, no mueve la cabeza, tiene dificultades para alimentarse y/o mantiene las manos permanentemente cerradas o con los dedos en garra.
Si a los 3 meses el bebé aún no sonríe ni sigue con la vista a los padres, no sostiene a ratos la cabeza o no es capaz de fijar la mirada en un objeto llamativo. También es motivo de alarma que el bebé se muestre demasiado tranquilo durante todo el día, no reclama la atención de sus padres y se pasa todo el tiempo en la cuna.
Si a los 6 meses no usa una de las manos, no se interesa por coger objetos y manipularlos o sus extremidades están demasiado rígidas (hipertonía) o muy laxas (hipotonía). También son signos de alarma que no reaccione ante el sonido y que no pueda mantenerse sentado con apoyo.
Si a los 9 meses no ha empezado a hacer sonidos para intentar comunicarse con los demás, no es capaz de mantenerse sentado por sí solo o no se interesa por coger y manipular las cosas. El hecho de que necesite atención y vigilancia continua porque no sabe jugar y entretenerse por su cuenta es otra señal de alarma.
Si a los 12 meses el niño no es capaz de sostenerse de pie sujetándose a un mueble, aunque no logre caminar por sí solo, no intenta comunicarse con otras personas, no muestra interés por su entorno y manipula los juguetes de manera repetitiva y torpe, sin dar muestras de que está jugando.
Si a los 18 meses no camina ni es capaz de subir unos escalones gateando. También es motivo de alarma que el niño no reconozca el nombre de algunos objetos de uso cotidiano o personas familiares, que no hable, no entienda expresiones sencillas como “vamos a salir” y no intente relacionarse con quienes le rodean, sino que se muestra indiferente y apático.
Si a partir de los dos años y medio el niño aún no ha hecho sus primeros trazos en un papel, no ha aprendido a comer solo, no es capaz de correr, no conecta dos palabras para intentar formar una frase y/o tiene dificultades para relacionarse con otros niños o no muestra interés alguno por ellos.
Referencias
García, A. & Martínez, M. A. (2016) Desarrollo psicomotor y signos de alarma. 13 Curso de Actualización en Pediatría: Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.
Bonnier, C. (2008) Evaluation of early stimulation programs for enhancing brain development. Acta Paediatrica; 97(7): 853-858.
Aquí os facilito plantilla y resumen de los signos de alarma en el desarrollo evolutivo:
LAS ETAPAS DEL DIBUJO INFANTIL EXPLICADO